Combustibles en América del Norte
Miramontes, número 3, Ciudad de México, mayo de 2022
“Ya valimos” dijo Luisa cuando escuchamos por el radio una reseña sobre el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIECC) presentado en agosto de 2021. Palabras más, palabras menos, la expresión de Luisa coincide con la opinión del secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
Señala Guterres: “el informe es un código rojo para la humanidad. Las señales son ensordecedoras y las pruebas son irrefutables”. De acuerdo con dicho informe, las emisiones de gases de efecto invernadero producto de las actividades humanas en los recientes 150 años, del periodo 1850-1900 a 2020, son responsables de que el planeta se haya calentado 1.1º. Se desprende del informe que debemos mantener el calentamiento global por debajo de los 1.5º porque con un aumento de 1.5º “habrá más olas de calor, las estaciones cálidas serán más largas y las frías más cortas”. Con un aumento de 2º, se apunta en el informe referido, “los eventos extremos de calor serán más frecuentes y se llegará a niveles de tolerancia crítica para la salud y la agricultura”. De no haber un cambio, estos escenarios se alcanzarían en 2070, cuando Luisa tenga 70 años.
La idea del calentamiento global no es reciente, lo nuevo es la velocidad del cambio. Según Antoine O. Pallmall, hace 2 300 años Teofrasto, amigo de Aristóteles, escribió sobre el calentamiento del suelo como producto de la deforestación. En el renacimiento, siguiendo con Pallmall y como muchas otras ideas clásicas, se recuperó la idea de Teofrasto sobre el efecto en la tierra de la deforestación y se añadió que el pastoreo y la deforestación afectaban el clima. En consecuencia, se promovió la creación de reservas forestales, y con ello tal vez surgieron las primeras medidas de protección del medio ambiente. Los primeros cálculos del cambio climático inducido por el hombre, ahonda O. Pallmall, se hicieron en 1896. En los setenta del mismo siglo se logró un consenso en los círculos científicos sobre la gravedad del calentamiento global con la creación del referido GIECC.
Más allá de las redes científicas, a nivel popular, el conocimiento y la preocupación por el cambio climático se extendió con la participación y la gran divulgación que hizo el vicepresidente estadounidense Al Gore. La popularización del fenómeno creció con, quizá, cientos de películas como Mundo acuático en 1995, Inteligencia artificial en 2012, y más recientemente en 2021 con la película Finch. En estos filmes aumenta la temperatura y el alza del nivel del mar cambia la forma de vida de los seres humanos.
En la actualidad pocos dudan del calentamiento global y sus efectos en los habitantes del planeta. Las causas son ya conocidas. Según Oxfam, son el transporte contaminante, los edificios que necesitan rehabilitación energética, la industria, la generación excesiva de residuos, la agricultura y la ganadería, el derroche de energía y la deforestación.
Los causantes, por otro lado, también son bien conocidos en lugar y porcentaje. Los diez principales países emisores de CO2 en 2018 fueron China con 27%, seguida de Estados Unidos con 15.2%, India con 7.3% y Rusia con 4.6% (cuadro 1). Las participaciones menores en la lista de los diez principales contribuyentes al calentamiento de la tierra fueron Japón, Canadá, Alemania, Corea, Brasil e Irán. México ocupó el lugar doce después de Corea del Sur.
En 2021 el conocimiento y la preocupación son generalizados, pero las contradicciones persisten. Con el gobierno de Trump, Estados Unidos dejó el Acuerdo de París y, por ejemplo, defendió la producción de carbón. Con el cambio de administración, lo primero que hizo el presidente Biden fue regresar a su país al acuerdo. Sin embargo, en la Cumbre de las Naciones para el Cambio Climático de Glasgow (COP26), tanto Estados Unidos como China, India y Australia rechazaron reducir el uso de carbón.
Como ejemplo de lo que está haciendo Estados Unidos en materia ambiental, considérese el decreto presidencial para que el 50% de los automóviles vendidos en 2030 sean eléctricos, de batería, de celda de combustible o híbridos, es decir, no consumidores de combustibles fósiles. Algo es algo, pero la medida permite avizorar también sus límites. Si se cumpliera la medida significaría que para el 2030, de los 8 millones de autos nuevos que en promedio se venden en Estados Unidos, 4 millones, 50%, serían consumidores de combustibles fósiles. Se estima que en 2018 Estados Unidos disponía de 280 millones de vehículos, 4 millones ya sea de eléctricos o fósiles que se sumen o resten representan el 1.1% anual. En esta medida se mejorará o empeorará la contribución de la política de Biden a disminuir la emisión de gases a la atmósfera.
En México, así como se construye una refinería que funcionará con combustibles fósiles y que sustituirá importaciones, el gobierno inició en 2018 una política pública de reforestación mediante la siembra de 1.1 millones de árboles, lo cual implicó una inversión de 1 400 millones de dólares al año, “posiblemente sea el esfuerzo más grande de reforestación en el mundo”, repite constantemente el presidente López Obrador.
Canadá, por su parte, con 56% del total generado en América del Norte, es el país con mayor participación de energía generada mediante flujos de agua; después le sigue Estados Unidos con 40.5%. México contribuyó en 2018 con 3.5%. No obstante, la energía producida por flujo de agua representó en 2019 solo el 2.2% del total de los tres países de América del Norte.
Sin ver los detalles de cada país, queda la idea de que Estados Unidos y, de manera destacada, Canadá, son ejemplos a seguir en materia de combate a las causas del problema. Los dos países son de los más desarrollados del mundo, por lo mismo, disponen de enormes recursos de todo tipo y presumen de una gran consciencia social en el respeto a la naturaleza como a los efectos del calentamiento global. Por el contrario, dentro y fuera de México hay opiniones que consideran que la política mexicana favorece a la generación de energía sucia y cara, y que con el tiempo será insuficiente.
Sin embargo, si se considera la situación actual y lo hecho, dígase, desde la revolución industrial, cuya base ha sido el carbón, el petróleo y el gas, con mucho, los grandes contribuyentes han sido precisamente los principales protagonistas de la actividad económica mundial.
En este momento, en 2020, China duplica a Estados Unidos en la producción de contaminantes. Pero China, y menos la India, tienen 30 años de protagonismo: “China logró en treinta años lo que Estados Unidos e Inglaterra hicieron en 200”. Cabe recordar que todavía, según el Banco Mundial, en 1960 la economía estadounidense era ocho veces más grande que la china. De ese tamaño es la diferencia en la responsabilidad 200 y 30.
Los grandes e históricamente responsables del calentamiento del planeta han sido las grandes potencias industriales: Estados Unidos y Europa. Por supuesto, la magnitud de la industrialización reciente de China incluye a este país en la solución del problema. No obstante, pedirle a la India, el tercer consumidor de carbón después de China y Estados Unidos, que elimine su consumo de carbón teniendo 1 000 millones de personas viviendo con ingreso menor a 2 dólares, y dentro de ellas a 700 millones viviendo con menos de un dólar, sería injusto.
Guardadas las proporciones, es lo que pasa en América del Norte: dos países de desarrollo humano muy alto, Canadá y Estados Unidos, y uno que tiene a la mitad de su población en condiciones de pobreza como México.
Después de 40 años, el gobierno de México está construyendo la que será la séptima refinería del país. Su terminación está programada para el segundo semestre de 2022 y es una de las varias acciones de contenido multisectorial: energía, empleo, comercio exterior, desarrollo regional. Es un pasivo en materia ambiental, justificado por los grandes beneficios que contiene. La situación ideal sería que los seres humanos dejaran de consumir combustibles fósiles, que fuéramos 2 000 millones de personas en todo el planeta, que los centros urbanos no pasaran de 200 mil personas, que ningún cuerpo de agua estuviera contaminado, que la pobreza no existiera, y que cientos de procesos económicos y sociales fueran escrupulosamente respetuosos con la naturaleza. Pero no es así y hay que elegir entre inconvenientes.
¿Qué hacen Estados Unidos y Canadá para mover, respectivamente, a 280 y 29 millones de automóviles que tiene su parque vehicular? Pues fabricar la gasolina necesaria para ello. Estados Unidos produce más de lo que necesita, es decir exporta. En años recientes, 60% de las exportaciones de gasolina de Estados Unidos se destinan a México, a Canadá el 3%. Mientras México importa el 74% de su consumo, Canadá importa el 11% del mismo, pero a su vez exporta por conveniencia regional el 4% de su producción.
México tiene 32 millones de automóviles que consumen año con año 825 mbd de gasolina, de lo cual el 74%, 611 mbd, son importados y gasta en ellos 19 000 mdd cada año. Es obvio que lo indicado es hacer una refinería que con un valor de 12 000 mdd produzca la mitad de esas importaciones. La respuesta es muy fácil pues si en el país se tiene la tecnología, la materia prima y el personal necesario, la construyes, y el país se queda con los empleos y el dinero que genera la empresa fabricante. No hacerlo es un desatino.
Consumo de energía en América del Norte
Una comparación de la contribución al calentamiento global motivada por el consumo de energía por tipo de combustible de México, Canadá y Estados Unidos muestra resultados diversos. El gran problema en el calentamiento del planeta es la emisión de gases de efecto invernadero; los principales contribuyentes son las actividades que consumen combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas.
Del total de consumo de energía en América del Norte, en 2019, a Estados Unidos le correspondió el 81.8%, lo cual fue 3.3 puntos porcentuales menos que lo que consumió en 1990, 85.1% (cuadro 2). A Canadá le correspondió en 2019 el 11.4%, dos puntos porcentuales menos de lo usado en 1990, 9.4%. México pasó de consumir 5.5% en 1990 a 6.8% en 2019, es decir, aumentó 1.3 puntos porcentuales.
Del total del consumo de combustibles fósiles: carbón, gas natural y productos petrolíferos, medida en toneladas de petróleo equivalente, en 2019 Estados Unidos utilizó el 82% del total regional, lo cual significó una disminución de 4.3 puntos respecto a lo registrado 30 años atrás. Canadá pasó de consumir 8.1% en 1990 a 10.5% en 2019, y México aumentó su participación de 5.6% a 7.5%. En resumen 82, 10.5 y 7.5 son los niveles de responsabilidad de contribución, en términos nacionales, al calentamiento del planeta de los tres países de América del Norte por consumo de combustibles fósiles.
En cuanto al consumo de carbón, por tipo de combustible, el más dañino, en 2019 Estados Unidos contribuyó con el 91.1% del total utilizado en América del Norte (cuadro 2). Después Canadá con el 5% y en tercer lugar México con el 3.9%. Treinta años antes los porcentajes fueron, respectivamente, 94.2%, 5% y 0.8%. Si bien los consumos de Estados Unidos y Canadá bajaron mucho, el consumo del primero fue el 60.3% de lo usado 30 años atrás y el de Canadá en los mismos años se redujo a 63% (cuadro 3). El consumo de México creció a 187%, sin embargo, como su base era muy pequeña, este aumento no fue suficiente para, por ejemplo, superar el consumo de carbón de Canadá. En 2019 el consumo de carbón de Estados Unidos fue 22.4 veces el de México y 17.2 veces el de Canadá. A su vez el de Canadá en 2019 fue 29% superior al de México.
Los petrolíferos son los combustibles más usados en América del Norte y los segundos más contaminantes después del carbón. En 2019, 36.6% del total de combustibles usados en la región fue de productos petrolíferos (cuadro 4). Del total utilizado en 2019 en los tres países, 80.7% fue responsabilidad de Estados Unidos, 11.4% de Canadá y 8.4% de México. En petrolíferos fue Canadá quien, de manera considerable, aumentó su consumo. De 1990 a 2019 Canadá aumentó 39.4% su uso de petrolíferos, Estados Unidos lo hizo en 5.1% y México en 3% (cuadro 3). La estructura general del consumo prevalece en el caso de los petrolíferos. En 2019 Estados Unidos consumió 80.7% del total regional, 9.6 veces lo de México y 7.5 veces lo de Canadá. A su vez el consumo de Canadá fue 28.2% mayor que el de México.
El gas es relativamente menos dañino. Sus emisiones son entre 40% y 50% menores que la del carbón, y entre 25% y 30% menores que las de los petrolíferos. También fue, el gas, el segundo combustible de mayor consumo en 2019 y el de mayor aumento entre 1990 y 2019. En 1990 representó el 22.9% del total consumido en la región, y después de aumentar 75.6% su porcentaje, subió a 33.7% en 2019. Por ser considerado un combustible relativamente limpio y por su gran disponibilidad se ha estimulado su uso. Sin embargo, el patrón general de consumo entre los tres países se repite. En 2019 Estados Unidos usó el 80.4% del gas consumido en América del Norte, Canadá el 11.9% y México el 7.7%.
El consumo de la energía nuclear mantiene su importancia. En 2019 su porcentaje en el total ascendió de 8.3% en 1990 a 9.3% en 2019. Entre los tres países de América del Norte la concentración es mayor pues Estados Unidos representó en los extremos del periodo el 88.8% en 1990 y el 88.2% en 2019. Canadá también aumentó su participación de 8.1% en 1990 a 10.5% en 2019. México, aunque tuvo un gran aumento de 290%, contó con una producción menor, paso de 0.6% a 1.6%.
Las energías limpias y las generadas por flujos de agua, viento, sol, biocombustibles y residuos pasaron de 6.7% en 1990 a 9.1% en 2019. El componente más importante de las energías limpias en América del Norte son los biocombustibles y residuos de origen orgánico (4.9% en 2019), y las que más crecieron fueron las agrupadas en Eólica, solar y otras. En ambos rubros el empuje fue dado por Estados Unidos. En este país, el consumo de biocombustibles y residuos creció 74.2%, y el de energía generada mediante el viento, el sol y otras formas 224%.
La energía generada por turbinas movidas por flujos de agua creció 114.9%, lo cual fue impulsado mayormente por Canadá, 28.7%, porque Estados Unidos y México aumentaron muy poco, 1.2% y 2.6, respectivamente. Merced a la producción de electricidad mediante caídas de agua de Canadá, el patrón se altera un poco, de tal forma que Estados Unidos es responsable de solo el 73% de la energía limpia producida en América del Norte; Canadá es responsable del 20.3% y México del 6.7%. En 2019 la mayor producción de hidroelectricidad en la región la hizo Canadá con 56%, Estados Unidos produjo 40.5% y México 3.5%.
En los casos de la energía generada por viento y sol, y por biocombustibles y residuos se mantiene el patrón general: Estados Unidos tuvo 84.8%, México 9.2% y Canadá 6.1%. Cabe destacar que 30 años atrás, en 1990, Canadá no disponía de energía generada por sol y viento; México tenía el 23.5% del total regional y Estados Unidos el 76.5% restante. Sin embargo, el país que más avanzó en la materia fue Canadá, quien de la nada creció, y 30 años después (2019) detentaba el 6.1% del total de América del Norte. México registró descensos importantes alrededor de 2010 y 2015, y fue hasta el 2015 que volvió a recuperar el nivel que percibía en 1990. No obstante, los grandes aumentos de Estados Unidos y Canadá dieron como resultado que la participación de México disminuyera de manera considerable sin caer por debajo de la proporción de Canadá (cuadro 2).
Consideraciones finales
El detener el calentamiento del planeta es una condición para evitar que la naturaleza cambie y con ello que las condiciones de vida que han prevalecido hasta ahora lo hagan también. En 2022 éramos 7 921 846 mil millones de habitantes en el planeta. Por sí sola, esta cifra es quizá un punto de cambio de era planetaria. Los países desarrollados son los mayores consumidores de energía y no es claro que en el mediano plazo se revierta este deterioro. De manera paradójica, la legítima aspiración de desarrollo de 3 mil millones de personas que viven con menos de 10 dólares al día, 2 mil millones de ellas con menos de 4.5 dólares al día, contribuye al calentamiento del planeta porque el progreso como ha sido hasta ahora es sinónimo de calentamiento.
Hay cientos de miles de diagnósticos que auguran la inevitabilidad del calentamiento, lo que modificará la atmósfera terrestre. Sin embargo, es evidente que solo con medidas drásticas se podría evitar esta transformación. ¿Quién o qué puede definir estas medidas? ¿Seguiremos haciendo todo de la misma forma y llegaremos al aumento de 2º con la misma estructura de consumo de combustibles? Recuérdese: “con un aumento de 2ºC los eventos extremos de calor serán más frecuentes y se llegará a niveles de tolerancia crítica para la salud y la agricultura”.
“Hágase la voluntad de Dios, en los bueyes de mi compadre”, dice un gran dicho. En 2021 Estados Unidos tenía 129 refinerías funcionando, Canadá 60 y México 6. Estados Unidos está construyendo la que será la refinería más grande del mundo y planea ponerla en marcha en 2023. México, después de 40 años, está construyendo su séptima refinería. La derecha en México critica su construcción, como si fuera la gota que derramaría el vaso del calentamiento global.
El calentamiento global es producto de hechos muy conocidos y documentados, de tal forma que están bien definidos los responsables desde una perspectiva histórica y presente. Por mucho, los grandes responsables son China, Estados Unidos, Europa, India y Rusia. La actividad contaminante necesita un freno drástico de los grandes contribuyentes y México no está entre ellos.