América Latina en el umbral de la pandemia

Miramontes, número 2, Ciudad de México, noviembre de 2020

Uno de los principales rasgos de las economías de América Latina es la desigualdad. La distribución del ingreso en la gran mayoría de los países de la región es muy desigual. Uruguay fue el único que tuvo, en 2017, el menor coeficiente de Gini, y fue con ello el país con la mejor distribución del ingreso en la región. Por “mejor” se entiende que la riqueza se distribuye de manera más igualitaria entre todos los habitantes.

En 2019 el mundo se sorprendió por la magnitud de las protestas en Chile, el país de la región con mayor índice de desarrollo humano desde hace 20 años en América Latina y el Caribe según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. El 10% de la población salió a protestar en contra de la situación económica. Chile, el segundo con menor pobreza extrema, según la Cepal, y uno de los de mayor crecimiento por décadas, tiene también uno de los coeficientes de Gini más altos en la región. Una región, América Latina y el Caribe, que destaca por la desigualdad en la distribución del ingreso.

En este trabajo se presenta un panorama de la situación económica de América Latina y el Caribe con base en cuatro indicadores: 1) la evolución del PIB, 2) el índice de desarrollo humano, 3) el índice de Gini, y 4) los porcentajes de pobreza.

El fantasma

Antes de la pandemia de covid-19, el fantasma de la década perdida recorría América Latina y el Caribe. En 2014 la producción alcanzó el punto más elevado, y hasta 2019 no se veía el regreso a la senda del crecimiento reparador (gráfica 1). En 2019 el Banco Mundial pronosticó que la región crecería menos de 1%,1 con lo que se enfilaba a recuperar el nivel de 2014. Con la pandemia, es común escuchar entre que el efecto en el producto interno bruto será peor que el de la gran crisis del siglo pasado. En espera de esta definición, se ve que el descenso de la producción iniciado en 2014 es de mayor tamaño que el ocurrido a inicios de los ochenta del siglo pasado, el cual dio lugar a la idea de “la década perdida”, y al ocurrido en 2008 y 2009, que a su vez se definió como una “crisis financiera”. Estamos, como dijo Granados Chapa hace 10 años, a propósito de la crisis sanitaria motivada por la influenza, en una “crisis en las crisis sobrepuestas”, pero ahora mucho mayor.

En una perspectiva de largo plazo, de 1960 a 2018 (58 años), se observa que la producción del mundo y la de América Latina y el Caribe han tenido una evolución similar, en ocasiones por encima y otras por debajo del desempeño de la economía mundial (gráfica 1).

Lo extraordinario ha sido el desempeño de los países del este asiático. Mientras el mundo y América Latina y el Caribe evolucionaron en 58 años, de manera similar, la evolución del grupo de países asiáticos ubicados en el sudeste del Pacífico fue muy superior. De 1960 a 2018, este grupo creció 1689% (línea naranja en la gráfica 2), la producción del mundo lo hizo en 626%, y la de América Latina y el Caribe en 631%. Es decir, de acuerdo con el índice de evolución en 1960, en tanto la producción mundial alcanzó un índice de 1789, la del mundo y América Latina fue, en 2018, respectivamente, de 726 y 731.

Más sorprendente fue el crecimiento del subconjunto de países del este asiático de renta per cápita menor, la línea azul en la gráfica 2, como China, Mongolia y Vietnam, es decir que no considera a los de renta per cápita alta como Japón, Corea y Singapur.5 Los países del este de Asia de renta per cápita baja crecieron 5209% (línea azul de la gráfica 2). Si se incluye a los países de renta per cápita alta, es decir a Japón y a Corea del Sur, entre otros, el incremento del producto en los 58 años fue, como ya se ha dicho, de 1789%.

Muy abajo, como se ve en la gráfica 2, se ubicaron, con un crecimiento ordinario, América Latina y el Caribe (731%), la Unión Europea (570%), América del Norte (570%) y la producción de los 213 países que el Banco Mundial considera como el mundo (726%). Así América Latina y el Caribe creció considerablemente menos en comparación con los países del este asiático, pero lo hizo más que Europa y América del Norte.

En el interior de América Latina y el Caribe, en el periodo 1970-2018, no 1960-2018, el país que más creció fue la República Dominicana en 970%, y paradójicamente, el penúltimo fue el otro país que conforma la otrora isla de La Española, Haití, en 95% en 48 años (cuadro 1). El de menor crecimiento de acuerdo con esta selección fue Jamaica con 66%.

En este periodo, 1970-2018, Belice siguió a la República Dominicana con 911%, a distancia Paraguay con 778% y Chile con 536%. Brasil, México y Argentina, los tres grandes, crecieron 416%, 362% y 164%.

En un periodo más corto de 18 años correspondiente a los años 2000-2018 (cuadro 2), los líderes en crecimiento fueron Panamá, Perú, República Dominicana y Bolivia con aumentos, respectivamente, de 194%, 141%, 138% y 116%; Chile lo hizo en 96%. Los que menos crecieron en estos 18 años fueron los caribeños de Las Bahamas (12%), Jamaica (15%) y Haití (27%). Brasil, México y Argentina crecieron menos que el promedio regional de 56%, de manera respectiva 50%, 43% y 47%.

El desarrollo humano

El índice de desarrollo humano es un índice de índices compuesto de manera principal por el ingreso per cápita, la esperanza de vida y el nivel educativo. 

En escala mundial, Noruega es desde hace 20 años el país mejor calificado. Los que siguieron han variado: Canadá, que fue el primero en 1999, tuvo la posición número trece en 2017; Estados Unidos pasó de la tercera posición a la quince; Francia de la quinta a la vigésimo sexta, y Alemania descendió al lugar catorce y poco a poco subió, en 2018, al cuarto (cuadro 3). 

Cabe destacar la posición de China cuyo gran crecimiento ha motivado proyecciones que señalan que en 2030 igualará su producto bruto al de Estados Unidos. Sin embargo, este crecimiento apenas le ha permitido pasar del lugar 98 en 1999 al 85. En 2018 este país se ubicó por debajo de países como México, Cuba, Brasil y Colombia.

Los países que más crecieron en el periodo 1960-2018 (58 años) fueron Panamá con 1920%, República Dominicana con 1776% y Belice con 1573%. Si bien aumentaron en términos del IDH, en ningún caso cambiaron de franja de desarrollo humano. Panamá pasó del lugar 49 en 1999 al 67 en 2018, la República Dominicana del 88 al 89 y Belice del 83 al 103. Los tres países se quedaron en la franja de Alto desarrollo humano, ninguno pasó a la franja de Muy alto desarrollo humano.

Los países de mayor IDH en América Latina y el Caribe desde hace varios años han sido los tres países del Cono Sur, los cuales se ubicaron en la parte baja de la franja calificada como Muy alto desarrollo humano. En el reporte de 2010, los tres países, Chile, Argentina y Uruguay formaban parte del grupo de países de Desarrollo alto. En el reporte de 2015 Chile y Argentina subieron al segmento Muy alto, en tanto Uruguay se quedó en el Alto. En el reporte de 2019 Uruguay se integró al selecto grupo Muy alto. Chile quedó en el lugar 42, Argentina en el 48 y Uruguay en el 57. También son parte de este selecto grupo los caribeños de Barbados con la posición 56 y Bahamas con la 60.

Mención especial merece Venezuela, pues su IDH desde el primer informe en 1999 la colocó encima de, entre otros, Brasil, Ecuador, Colombia, Perú e incluso China. En el informe de 2018 descendió 18 lugares, del 78 en 2017 al 96 un año después, y fue superado por Colombia en la posición 79 y Perú en la 82 en el Informe del Desarrollo Humano 2018. Pese a esta caída en el último reporte, aún estaba por encima de Belice, Bolivia y Honduras, entre otros.

Igualdad

Uno de los aspectos más visibles de las causas de las protestas en Chile es la desigualdad en su distribución del ingreso. Según el índice de desarrollo humano, Chile es el país de mayor desarrollo en América Latina y el Caribe y tiene una distribución del ingreso, medida por el índice de Gini, similar a la de Camerún (cuadro 4). Lo anterior no es extraordinario. El índice de Gini de Chile es menor, menos desigual que, por ejemplo, el de Costa Rica, México, Colombia y Brasil. Sin embargo, una parte de los países de América Latina y el Caribe se intercalan con países de África. El índice de Kenia es mejor que el de Argentina y Chile, e incluso mejor que el de Estados Unidos; el de Costa de Marfil y Zimbabue supera al de Chile, Costa Rica y México; el de Brasil es igual que el de Botsuana.

Noruega, el país de mayor desarrollo humano según el índice del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, es también de los que menor índice Gini han tenido en el cuarto lustro del presente siglo. Entre los países incluidos por el Banco Mundial, los seis primeros, en 2015, estuvieron en la órbita de la otrora Unión Soviética. Por el contrario, los valores más altos, es decir los países con mayor desigualdad, según el índice, son países de África, entre ellos Sudáfrica, Namibia, Zambia, Lesoto y Mozambique.

En América Latina y el Caribe, Uruguay es el país con menor índice de Gini, e intriga ver que Cuba, el país que tal vez tenga la menor desigualdad en la región, no esté incluido en las estimaciones del índice de Gini del Banco Mundial.

La pobreza

En la definición de la desigualdad, la pobreza y la extrema pobreza son fundamentales.8 En América Latina y el Caribe, Chile, el país con mayor índice de desarrollo humano en América Latina y el Caribe, ha sido el segundo con menor pobreza y extrema pobreza (cuadro 5). En contraste, el mejor, el que menos pobreza y extrema pobreza tuvo en el cuarto lustro de este siglo fue Uruguay.

De acuerdo con un informe de la CEPAL, en dos momentos, uno alrededor de 2002 y otro alrededor de 2015, Uruguay tuvo los menores porcentajes en las cuatro columnas (cuadro 5). En 2015 su pobreza fue de 3.5% y la pobreza extrema se redujo a 0.2%.

Le siguió Chile con un distante 13.7% en materia de pobreza y 1.8% en pobreza extrema. Como en Uruguay y Chile, de 2002 a 2015, en buena parte de los países de la región hubo una considerable reducción de la pobreza. Bolivia redujo la pobreza en 31.8 puntos porcentuales, Ecuador en 30.2 puntos, Argentina en 28.5 puntos, el ya mencionado Chile tuvo una disminución de 26.3 puntos y Perú 24.2 puntos.

Si se considera a los líderes en crecimiento de producción Panamá, Perú, República Dominicana y Bolivia, en los años recientes, 2000-2018, se observa que el crecimiento sirvió para reducir a la mitad los porcentajes de pobreza.

En el otro extremo, los que menos disminuyeron su porcentaje fueron Honduras, Guatemala, Nicaragua y México. De manera penosa, México aumentó su porcentaje de pobreza extrema de 10.4% alrededor de 2002 a 11.7 en 2015, y su porcentaje solo fue superado por Bolivia, Nicaragua, Guatemala y Honduras. Sin embargo, el mejor desempeño de Bolivia en relación con la pobreza motivó que superara a México, de tal forma que entretanto el primero descendió su porcentaje 31.8 puntos en 2015, de 66.8% a 35%, México lo hizo en 2.7 puntos porcentuales, de 46.4% a 43.7%.

El otro país que aumentó su pobreza extrema fue Venezuela, de 7.2% a 12%. No obstante, su porcentaje de pobreza se redujo 23.4 puntos porcentuales, de 51.7% en 2002 a 28.3% en 2015. Así, alrededor de 2015, el porcentaje de pobreza en México era considerablemente mayor que el de Venezuela.

Consideraciones finales

En términos de la definición del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la gran mayoría de los países de América Latina y el Caribe se ubica en las dos franjas medias de desarrollo del PNUD: Alto desarrollo humano y Desarrollo humano medio. En los extremos, en Muy alto desarrollo humano, están los tres países del Cono Sur, mientras que en la franja inferior, en la de Desarrollo humano bajo, se encuentra solo Haití.

En un periodo de 48 años, los países de mayor crecimiento no lograron ubicarse en la franja de Muy alto desarrollo humano. En términos generales no alcanzaron el desarrollo. Por los porcentajes en cuestión de pobreza, igualdad de ingreso y estabilidad política, Uruguay merecería el lugar de honor en términos de Desarrollo humano.

Hay una injustificada discriminación de Cuba y Venezuela en materia estadística, pues a juzgar por los resultados que a finales de 2020 se tienen en torno a las defunciones causadas por la enfermedad covid-19, es pertinente la hipótesis de que su sistema de salud tiene mejores condiciones que los demás países y sugiere una menor desigualdad del ingreso. Lo imperdonable es el aumento de la pobreza extrema en México y Venezuela.